Asociación Espírita Tercera Revelación

¿QUÉ PODRÍAMOS ENTENDER POR EDUCACIÓN – INSTRUCCIÓN?


EDUCACIÓN
Educación, hijo mío, es pos así decirlo un tesoro, que nace inicialmente en el engendrado ambiente de la evolución espiritual. Donde existe ignorancia, no puede existir educación. Ella es una fuerza de Dios en el corazón del hombre, que debe ser despertada por varios medios, y principalmente, por la disposición en el bien común y en el respeto a los derechos ajenos.
En el mundo, muchas veces, se confunde la educación con la instrucción. Son fuerzas paralelas, de objetivos idénticos. Para entregarse el hombre a la tranquilidad de conciencia, la educación precisa de la sabiduría, y ésta no tendrá vida noble sin aquella. En la instrucción, la criatura precisa más de maestros que dirijan sus caminos y de libros que le aseguren las experiencias. En la educación, el maestro es el tiempo y los libros, la naturaleza que reúne todos los valores, llevándolos a la conciencia

Educar, en el sentido que hablamos, es nuestra meta pero primeramente, debemos educarnos a nosotros mismos, para después ayudar a los otros, a través de los ejemplos. El mundo y la humanidad tienen que pasar por millares y millares de años, en este trabajo de educarse y de comprender que el Amor es la vida, buscando luz para el alma. Entretanto, la educación sin el saber está sujeta a atrofiar los sentimientos. Es por eso que la naturaleza es, casi siempre binaria: hombre y mujer, día y noche, claro y oscuro, dos piernas, dos ojos, dos oídos, y muchas otras cosas que podremos analizar con una simple meditación. Al final, sabiduría es Amor posando en lo alto de la vida, para gloria de la propia vida.

INSTRUCCIÓN
La instrucción, en la aceptación de la palabra, en los conceptos espirituales, son acumulaciones de experiencias en los archivos del alma. Quien no se instruye, no acompaña el progreso que ciertamente es fuerza de Dios en los caminos de los hombres. Aprender, hijo mío, es una gran bendición que nos ayuda a libertar el corazón de las tinieblas, pues la instrucción no sólo rechaza sino que deshace la ignorancia, ampliando los sentimientos en todos los rumbos.

Ella necesita de algo más de lo que es el saber. Para saber con discernimiento, la instrucción necesita de la disciplina y de analizar con sensatez el empleo de la inteligencia, para que ella no sirva como motivo de tropiezo. La instrucción nunca dejará de existir, porque quien no conoce, no puede vivir bien. No obstante, carece de vigilancia en todas sus presentaciones en el mundo, que está lleno de sabios y de santos. Busca siempre instruirte, hijo mío, pero jamás te olvides de las leyes naturales y de quien las hizo, y seguirás por buenos caminos.

Bibliográfia

Francisco de Asís – João Nunes/Miramez