Asociación Espírita Tercera Revelación

CARIDAD ESENCIAL

"Y la caridad es esta: que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento, como ya desde el principio oísteis; que andéis en él.” – Juan (II Juan, 6)

En todos los lugares y situaciones de la vida, la caridad será siempre la fuente divina de las bendiciones del Señor. Quien da el pan al hambriento y agua al sediento, remedio al enfermo y luz al ignorante, está colaborando en la edificación del Reino Divino, en cualquier sector de la existencia o de la fe religiosa a que fue llamado. La voz compasiva y fraternal que ilumina el espíritu es hermana de las manos que alimentan el cuerpo.

Asistencia, medicación y enseñanza constituyen modalidades santas de la caridad generosa que ejecuta los programas del bien. Son vestiduras diferentes de una virtud única. Se conjugan y completan en un todo noble y digno. Nadie puede asistir a otro, con eficiencia, si no procuró la edificación de sí mismo; nadie medicará, con provecho, si no adquirió el espíritu de buena voluntad para con los que necesitan, y nadie enseñará, con seguridad, si no posee a su favor los hechos de amor al prójimo, en lo que se refiere a la comprensión y al auxilio fraternal.

En razón de eso, las menores manifestaciones de caridad, nacidas de la sincera disposición de servir con Jesús, son actividades sagradas e indiscutibles. En todos los lugares, serán siempre sublimes las luces de fraternidad, diseminando alegría, esperanza, gratitud, consuelo e intercesiones benditas.

Pero, antes de la caridad que se manifiesta exteriormente en los variados sectores de la vida, practiquemos la caridad esencial, sin la que no podremos efectuar la edificación y la redención de nosotros mismos. Se trata de la caridad de pensar, hablar y actuar, según las enseñanzas del Divino Maestro, en el Evangelio. Es la caridad de vivir verdaderamente en Él para que Él viva en nosotros.

Sin esta, podremos llevar a efecto grandes servicios externos, alcanzar intercesiones valiosas, en nuestro beneficio, diseminar notables obras de piedra, pero, dentro de nosotros mismos, en los instantes de supremo testimonio en la fe, estaremos vacíos y desolados, en la condición de mendigos de la Luz.

Bibliográfia

Viña de Luz Francisco Cándido Xavier Por el Espíritu de Emmanuel